martes, 9 de junio de 2009

Pequeños placeres

Italia, en una pequeña ciudad de una provincia del norte. Una tarde cualquiera se transforma en un aterdecer glorioso gracias a la inesperada creatividad del gestor de un bar con terracita. ¿De que estamos hablando? De aquellos pequeños placeres de la vida, de aquellos detalles que te alegran el día y hacen de un momento cualquiera un fragmento de vida inolvidable. Estaba haciendo tiempo, entre un compromiso y otro, cuando junto con un aperitivo llega a la mesa un platito con cuatro rodajas de pan y queso. El pan estupendo, esponjoso, recien tostado y fragante. Una lagrima de miel, rigurosamente artesanal, milflores, procedente de las colinas cercana. El queso un Gorgonzola curado, picante, bien estructurado y muy aromatico. Y mientras esta sencilla preparación se desacía lentamente en la boca, un equilibrado pero glorioso abanico de sabores y sensaciones se abría paso hacia la nariz, la mente y el corazón.
¡Que poco cuesta a veces ofrecer algo realmente soberbio! Buenos productos y buen gusto: no hace falta más.

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